Uno de los pocos monstruos asesinos
En el año de 1962, la tranquilidad de los habitantes de los pueblos cercanos a la zona del Paso de Pensacola, ubicada en Florida en el Golfo de México, se vio interrumpida por un macabro hecho, la muerte de cuatro jóvenes, que más tarde sería atribuida a un críptido llamado la Serpiente Marina del Paso de Pensacola. A lo largo de la historia se han reportado miles de encuentros con diferentes tipos de críptidos. Algunos de los más comunes son los marinos y lacustres, pero pocos han terminado con consecuencias fatales.
En mayo de 1965, se publicó un artículo de la revista Fate, que parecía narrar uno de los primeros encuentros mortales con un críptido. El título de la historia era Mi escape de un monstruo marino, escrito por el sobreviviente Edward Brian McCleary. La historia ocurrió en la mañana del 24 de marzo de 1962, cuando McCleary, en ese entonces de 16 años, fue invitada a bucear con otros amigos de nombres Eric Ruel, Warren Sealy, Larry Beale y Brad Rice, todos entre 14 a 17 años.
El objetivo era bucear alrededor de un acorazado en la Primera Guerra Mundial, llamado Massachusetts, el cual había sido hundido por la marina en 1921. El barco se encontraba entre siete a nueve metros de profundidad y con el paso del tiempo se había convertido en un atractivo arrecife artificial. Desde la isla de Santa Rosa, los jóvenes lanzaron una balsa inflable de dos metros que los llevaría hasta el lugar del naufragio, a unos tres kilómetros de la costa.
Los jóvenes se fueron turnando para remar y notaron que el viento se volvía cada vez más fuerte y los empujaba hacia el oeste. Las olas iban en aumento y el cielo se estaba tornando gris. Pese a esto, los jóvenes siguieron entusiasmados con su actividad y no se detuvieron.
Al ver que estaban alejándose el naufragio, tres de los jóvenes decidieron saltar al agua para ayudar a darle la vuelta a la balsa y redireccionarla hacia el acorazado hundido. Volvieron a la balsa y tuvieron que sostenerse muy fuerte, pues las olas eran cada vez más violentas. Los ánimos entre los jóvenes comenzaron a cambiar y el miedo comenzó a apoderarse de ellos.
El grupo de jóvenes vio entonces una boya que estaba aproximadamente a un kilómetro y decidieron remar hacia ella para poder engancharse. Pero el clima cada vez estaba peor. Cuando llegaron a la boya, antes de poder lanzar el ancla de arrastre, las olas fueron tan fuertes que levantaron la boya y la precipitaron hacia la balsa.
Los jóvenes alcanzaron a saltar al agua antes de que ésta se estrellara contra ellos. Tras el choque, la balsa salió a flote boca abajo y los jóvenes nadaron hacia ella para girarla y tratar de subirse nuevamente. Pero el viento y las olas los arrastraron incluso más lejos del naufragio del Massachusetts, del cual sobresalía una parte del mar y era visible para los jóvenes.
Poco a poco, el clima se fue calmando. La fuerte lluvia se convirtió en una niebla y el silencio se apoderó del océano. La niebla era tan espesa que no podían ver más allá de 7 metros.
El agua, que hacía unos instantes estaba helada, comenzó a ponerse cálida. De repente, un olor nauseabundo a pescado muerto inundó el lugar. Era como si algo podrido se estuviese acercando a ellos.
Escucharon entonces un fuerte chapoteo que generó unas olas que agitaron la balsa. Los cinco jóvenes estaban con un pánico incontrolable. Un nuevo chapoteo, ahora proveniente de otra dirección, hizo que giraran asustados.
Era como si algo estuviese nadando alrededor de ellos. Entonces, a unos 12 metros de distancia entre la niebla, vieron una silueta que se levantaba frente a ellos. Brian McCleary la escribió como un largo poste de unos 3 metros de alto que parecía terminar en un bulto, similar a una cabeza.
Aquella cosa se quedó quieta frente a ellos por varios minutos y luego se dobló hacia adelante y se hundió en el agua. Tras ver aquella extraña silueta, los jóvenes oyeron un agudo gemido. No se parecía al de ningún animal que ellos hubiesen escuchado antes.
La niebla se espejó un poco y pudieron ver entonces a unos metros de ellos los restos que sobresalían del acorazado hundido. Lo único que se les ocurrió fue ponerse las aletas de buceo que habían llevado y saltar al agua para tratar de llegar al Massachusetts. Pero la situación empeoró.
Brian McCleary iba adelante con Eric Ruil. Tras ellos, estaban Warren Sealy y Larry Beale. De últimas, iba nadando Brad Rice.
Escucharon entonces que detrás de ellos, algo muy grande venía chapoteando y produciendo aquellos extraños gemidos. El olor a podrido iba en aumento. Entonces, Brad Rice lanzó un fuerte grito que se extinguió cuando fue arrastrado bajo el agua.
Dibujo basado en lo que los sobrevivientes dijeron haber visto
Aquello que los perseguía lo había capturado. Los cuatro jóvenes restantes continuaban nadando desesperadamente hacia el acorazado hundido. Habían comenzado a sufrir calambres, por lo que tuvieron que nadar más lento.
Warren Sealy comenzó a gritarles a sus amigos que Brad había desaparecido, cuando de repente, él mismo gritó desesperado y fue jalado en un segundo a las profundidades del mar. Aquella cosa había atrapado a su segunda víctima. Larry Beale, completamente aterrorizado, nadó hacia Brian y Eric.
Brian vio que su amigo venía hacia ellos. Miró entonces hacia adelante para ver cuánto faltaba para llegar al naufragio del Massachusetts. Cuando volvió a mirar hacia atrás, Larry Beale había desaparecido.
El tercer joven también había sido llevado al fondo del océano por algo desconocido. La tormenta parecía que estaba regresando. A lo lejos se oían truenos.
La lluvia volvió a caer fuertemente y las olas comenzaban a agitarse violentamente una vez más. Brian vio que Eric estaba comenzando a sufrir también calambres, por lo que se echó su brazo encima y lo ayudó a nadar. No sabían cuánto tiempo había pasado, pero ya llevaban varias horas desde que habían ingresado al mar y lo peor era que ya estaba comenzando a oscurecer.
Cada vez estaba más oscuro y no sabían si iban en la dirección correcta. Entonces, un fuerte rayo iluminó su camino y vieron la silueta del acorazado frente a ellos. Para su desgracia, una fuerte ola cayó sobre ellos y los separó.
Brian McClary nadó desesperado hacia la superficie, logró sacar su cabeza y solo vio oscuridad. Entonces, nuevos relámpagos iluminaron el lugar y pudo ver que Eric Ruell nadaba rápido hacia el acorazado y ya casi llegaba a él. Pero entonces, el joven vio cómo de las profundidades surgió una gigantesca bestia al lado de su amigo.
Era una criatura de cuello largo, similar a una gran serpiente con cabeza pequeña. La bestia abrió sus mandíbulas llenas de dientes y se abalanzó sobre Eric, creando un remolino de agua en el que desaparecieron. Un nuevo rayo iluminó todo a su alrededor y Brian pudo ver en qué dirección estaba la playa.
En lugar de ir hacia el Massachusetts, se arriesgó a nadar sin parar hacia la tierra. Al día siguiente, el 25 de marzo de 1962, un grupo de pescadores que había salido temprano a lanzar sus redes, encontraron a las 6 y 45 am, al pie de una torre de vigilancia abandonada en Fort McRee, al otro lado del paso de Pensacola, a Brian McClary. El joven estaba temblando de frío y completamente aterrado.
Literal, había atravesado el paso de un extremo a otro. Al verlo tan agotado y en mal estado de salud, los pescadores llamaron a un helicóptero de la estación aérea naval, el cual informó del rescate del joven y lo llevó a un hospital. Desde el día anterior, ya los padres de los 5 jóvenes los habían reportado como perdidos, y durante toda la tarde, noche y madrugada, la guardia costera los había estado buscando.
Cuando Brian les informó lo que había ocurrido, centraron la búsqueda alrededor del naufragio del acorazado Massachusetts. El 31 de marzo de 1962, el cuerpo de Brad Rice fue encontrado en una costa cercana a Fort McRee y posteriormente fue sepultado el 2 de abril de 1962. Nunca se encontraron los cadáveres de los otros 3 jóvenes.
Algo extraño de esta historia es que cuando ocurrió en 1962, nunca se mencionó una serpiente marina, solo se narraba un trágico accidente de unos jóvenes que habían ido a bucear y que sufrieron por las inclemencias del clima, causando la muerte de 4 de ellos. Otro detalle es que la balsa donde iban los jóvenes fue encontrada después en una costa del Golfo de México, pero parecía que nunca se había volcado o había sido aplastada por una boya, dado que dentro de ella aún llevaban rifles, máscaras y aletas que los jóvenes pensaban usar para bucear en el naufragio. A continuación, veremos uno de los artículos publicados un día después del incidente.
4 buceadores adolescentes siguen desaparecidos después del abandono de una balsa. Pensacola, 4 buceadores adolescentes seguían desaparecidos hoy después de abandonar su balsa de goma azotada por las mareas del Golfo de México el sábado. Un quinto joven nadó 3.2 kilómetros hasta la costa alrededor del anochecer del sábado.
Los 4 eran Brad Ford Rice, de 14 años, Warren Fadley, de 16, Eric Ruil, de 16, y Larry Stuart Bill, de 17. El quinto joven era Brian McClary, de 16 años, encontrado durmiendo en una playa cerca de Ford McRee la madrugada del domingo. McClary dijo que él y los otros 4 estaban buceando en el Golfo cuando la marea comenzó a arrastrarlos hacia el mar.
Las olas rompieron sobre su balsa. Dijo que intentaron acercarse a una boya pero fallaron. Luego dijo abandonaron la balsa para nadar hasta la orilla.
La balsa llegó a la costa de una playa del Golfo. En el interior habían máscaras, zapatos y aletas. McClary dijo que él, Bill y Ruil desarrollaron calambres y se separaron al anochecer.
Los 5 eran de la playa cercana Ford Walton. La gran pregunta es ¿Por qué 3 años después, en mayo de 1965, Brian McClary escribiría un artículo en la revista Fate contando el incidente pero agregando esta vez el detalle de un monstruo marino? La respuesta saldría a la luz cuando el criptozólogo Tim Dinsdale leyó la historia en la revista Fate y quiso ponerse en contacto con McClary, pues el investigador se encontraba escribiendo un libro llamado Los Leviathans, el cual publicaría más tarde en 1966. Cuando logró contactar a Brian, este le dijo que el día del rescate le contó toda la historia al director de búsqueda del condado de Escambia en Florida, pero este le pidió que omitiera por completo cualquier detalle del monstruo, pues eso podría complicar el asunto y que ya era suficiente con la tragedia que había ocurrido.
Por tal motivo, Brian guardó silencio y no dijo nada sobre la criatura a los periodistas. McClary le dio a Dinsdale un dibujo detallado con la descripción del monstruo que había visto. El color de la criatura era verde pardusco con la piel lisa.
El cuello medía unos 3 metros de largo, terminando en una cabeza de unos 60 centímetros, la cual dijo parecía la de una tortuga, pero con un hocico más alargado y mandíbulas con muchos dientes. Solo una parte del cuerpo había salido del agua y era mucho más grueso que el cuello. Incluso dice que le pareció ver una aleta dorsal, pero cree que pudo confundirse y ser una aleta pectoral.
Sin embargo, aquí da un detalle que no concuerda ni con los periódicos ni con la revista Fate, pues el sobreviviente le dijo al criptozoologo que esa noche él realmente había llegado al naufragio del Massachusetts y se había quedado allí hasta el amanecer para luego nadar hasta la orilla. Tras esto, Brian McClary nunca volvió a dar entrevistas ni habló del tema, ingresó a la universidad, se casó y dedicó su vida a la venta de seguros. La tragedia del paso de Pensacola fue real.
Cuatro familias quedaron devastadas por la muerte de sus hijos. Tres de ellos fueron tragados por el mar y sus restos nunca fueron encontrados. Aún se tienen muchas dudas de qué ocurrió realmente, pues a muchos les extrañó el cambio drástico de la historia por parte del sobreviviente años después, agregando una serpiente marina gigante que habría matado a sus compañeros.
Se dice que pudieron haber sido hasta 10 las víctimas de este monstruo
Aunque uno de los cuerpos fue recuperado, no se tienen datos de su estado. Si presentaba marcas de ataque a algún animal, solo se dijo que aún tenía puestas sus aletas de buceo. Aunque el naufragio del Massachusetts está en aguas poco profundas, se sabe que es un lugar propenso a fuertes corrientes y un gran oleaje, por lo que muchos dicen que los jóvenes estaban condenados desde el principio.
En cuanto a si el monstruo marino es real, eso solo lo sabe Brian McClary, el único sobreviviente. Se debe tener en cuenta que los ataques ocurrieron al atardecer y en la noche que el joven estaba cansado y aterrorizado por la situación. Tal vez pudo ser una alucinación o una secuela de estrés postraumático, pero si le damos el beneficio de la duda, que pudo ser aquella cosa que los atacó.
En la revista 410 Times de septiembre del 2020, se barajaron varias teorías para tratar de explicar este acontecimiento. La primera teoría apunta a un tiburón blanco, de nombre científico Carcarodon carcarias. Se han reportado ejemplares entre 5 a 7 metros de largo.
Habitan justamente en Florida y el Golfo de México. Además de que alguna de sus estrategias de ataque es saltar fuera del agua, por lo que tal vez eso fue lo que vio Brian. La segunda teoría es que se trata de una criatura desconocida, similar a los antiguos reptiles prehistóricos, conocidos como plesiosaurios.
La descripción y dibujo proporcionado por McCleary representa claramente a una de estas criaturas. Algunas especies como el Elasmosaurus, medía hasta 10 metros de largo, vivieron durante el periodo cretácico superior en Estados Unidos. Como sabemos, dentro de la criptozoología existen cientos de historias describiendo a criaturas como esta, tanto en mares como en lagos, y según el sobreviviente de la tragedia de Pensacola, justamente eso fue lo que el vio, acabando con sus amigos uno por uno.
Para terminar, no se descarta que el artículo de la revista Fate, de mayo de 1965, sea un fraude, y que los escritores le hayan pagado a Brian McCleary un buen dinero por dejar publicar esta historia a su nombre, pues el joven en ese momento estaba terminando la universidad y a punto de casarse, por lo que muchos creen, pudo hacer esto solo por dinero, lo cual sería muy deprimente, dado la tragedia en que está basada la historia, y que mancharía la memoria de sus amigos. Tal vez nunca sepamos que ocurrió realmente esa noche de marzo de 1962, pero desde el punto de vista de la criptozoología, esta sería una de las historias que demuestran que el contacto con algunos críptidos puede ser muy peligroso. El caso hasta el día de hoy, sigue siendo uno de los más misteriosos de los que se tiene registro.
Serpiente Marina de Pensacola