Los muñecos malditos se cuentan por decenas en la historia de los fenómenos paranormales
Un niño estaba sentado al borde de la calle donde se organizaba uno de los enrevesados y llamativos mercados de togo en África. Su casa estaba muy cerca del centro, así que nunca perdió oportunidad de viajar hasta allí y asistir a los eventos recreativos y a los malabaristas de las calles si sus padres se lo permitían.
Una mujer se sentó a su lado y le ofreció un pequeño obsequio acompañado de una radiante sonrisa. El niño lo aceptó de buena gana, se trataba de un muñeco artesanal hecho de madera, algodón, botones y otros objetos de uso doméstico. Sus padres no supieron nada al respecto porque el pequeño escondió el juguete debajo de su almohada para evitar que sus padres le interrogaran por su procedencia y quizás le dieran por quitárselo.
De un día para otro enfermó de forma inexplicable y su desmejoría fue espeluznantemente rápida. Sin margen para la explicación tuvieron que sepultar a su hijo. En los siguientes días la madre durmió en la cama de su hijo en una suerte de banal consolación.
Cuatro días después la madre enfermaba y moría como el hijo. El padre de familia, confuso y lleno de impotencia, revisa la cama de su hijo. Tal vez alguna enfermedad contagiosa yacía entre las sábanas y el colchón, pero en lugar de eso encontró el singular muñeco debajo de la almohada.
Cuando lo hizo sintió que un mareo invadía su cabeza a la par que un cansancio se apoderaba de su cuerpo. Akin Bandile, que es su nombre, salió corriendo de la casa en dirección al mercado para deshacerse del muñeco que había encontrado en la cama de su hijo y parecía siniestramente a un ejemplar de magia voodoo. Una de las mujeres más entendidas en brujería que conocía le confirmó la sospecha.
Le ofreció una suma interesante y Hakima aceptó el intercambio. Lo hubiese hecho por menos, incluso gratis. La vendedora de objetos mágicos dejó de ser vista por el mercado.
Días después la encontraron sin vida, mientras una de sus manos sujetaba al muñeco. Por lo visto, ni la mujer pudo detener su letal poder. El muñeco fue enviado a uno de los museos más importantes de Togo y está celosamente custodiado por una vitrina.
Muñecos Malditos
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